El mar de Aragón es el destino de la decimocuarta etapa de la RUT.A. Ternasco de Aragón. Aunque antes de llegar a este increíble paraje vamos a recorrer algunas localidades de la Ruta del Tambor y Bombo. Un final redondo para una jornada repleta de tradiciones.
Comienza un nuevo día y hoy nos despertamos en Valderrobres. Tras recorrer esta preciosa localidad continuaremos nuestra RUT.A. por tierras del Matarraña y el Bajo Martín para volver a la provincia de Zaragoza y llegar hasta el pantano de Mequinenza, el mar de Aragón.
Salimos del hotel temprano y nos dirigimos a pie hasta la plaza de España de Valderrobres, donde encontramos su ayuntamiento renacentista. Recorremos el casco histórico deteniéndonos a contemplar los detalles arquitectónicos de algunas casonas nobles y, casi sin darnos cuenta, llegamos hasta la parte más elevada de la localidad. Aquí se encuentran el castillo y la iglesia de Santa María la Mayor, dos edificios que resultan visibles desde casi cualquier rincón del lugar y resultan imprescindibles para realizar una visita completa a Valderrobres.
Entramos en el Bajo Aragón
Tras tomar un café en una terraza, arrancamos la moto y buscamos la carretera N-420 en dirección a Alcañiz. Dicen que el nombre de esta ciudad viene del árabe Al-Qannis, y que hace referencia a la gran cantidad de cañas que crecían a orillas del río Guadalope. Desde luego, y viendo el meandro donde está ubicada la localidad, esta teoría tiene bastante sentido. De todo esto y mucho más podríamos haber hablado hace unos años con Francisco Mariano Nipho, uno de los hijos ilustres de la localidad que, allá por el siglo XVIII, contribuyó a sentar las bases del periodismo moderno.
Llegamos a la plaza Mayor, uno de los mayores centros de actividad del lugar y que contiene dos de sus muestras patrimoniales más representativas: la lonja y el ayuntamiento. La figura del segundo, que destaca por su riqueza ornamental, sirvió de inspiración para varios ayuntamientos de la zona. ¿Recordáis el de Valderobres? Otro lugar que merece la pena visitar es la iglesia de Santa María la Mayor. Aunque su portada no tenga nada que ver, a nosotros nos recuerda un poquito al Pilar de Zaragoza, que seguro que sirvió como fuente de inspiración. ¿Vosotros qué opináis? Al igual que sucede en otras localidades que hemos visitado, Alcañiz se encuentra coronada por la inevitable presencia de su castillo. Aunque a día de hoy este sea un parador turístico, su perfil es uno de los indiscutibles iconos locales.
Nada más volver a la carretera vemos las indicaciones de MotorLand, la ciudad del motor aragonesa, uno de los más importantes circuitos mundiales de Moto GP y Fórmula 1. Fantaseamos con llegar hasta sus puertas y que nos permitan dar un par de vueltas. Sería genial, ¿no creéis? En el fondo somos más de espacios abiertos, así que vamos a continuar por la carretera A-420 en busca de nuevos lugares que visitar.
Teruel a ritmo de tambor y bombo
Al poco rato llegamos a Calanda. Seguro que este lugar os suena por varias cosas. Puede ser por sus famosos melocotones, por supuesto. O quizás por un milagro que dicen que aconteció aquí y que hizo crecer una pierna nueva a alguien que había perdido la suya. También puede que reconozcáis en ella el lugar de nacimiento de Luis Buñuel, uno de los máximos exponentes del surrealismo cinematográfico. O, quién sabe, es posible que alguna vez hayáis sido testigos de la famosa Rompida de la Hora, una de las expresiones más estremecedoras de la Semana Santa en España. Ahora mismo es junio y esta zona se presenta bastante tranquila. Unos meses atrás, por el contrario, el redoble de tambores y bombos sería la banda sonora de nuestro viaje. La misma tradición de celebrar la Semana Santa a golpe de percusión está muy extendida por muchos otros municipios de los alrededores. Tanto es así, que la fundación Ruta del Tambor y Bombo se ha creado para aglutinarlos a todos y dar todavía más visibilidad a esta interesante costumbre que, en muchos casos, ya ha sido reconocida como Fiesta de Interés Turístico.
Tras pasar por algunos lugares como Andorra, la carretera A-223 nos empuja hacia Albalate del Arzobispo. La fisonomía de esta localidad es similar a la de otras que hemos visto con anterioridad, aunque esto no la hace menos interesante. Albalate presenta un entramado de calles estrechas y empinadas que ascienden hasta toparse con su castillo-palacio, que corona la localidad y resulta ineludible a la mirada. Además de este, aquí encontramos la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, cuya torre mudéjar resulta especialmente llamativa al contar con planta cuadrada en su base y octogonal conforme asciende en altura.
En los alrededores de Albalate del Arzobispo se extiende un conjunto natural que ofrece atractivos como cuevas, pinturas rupestres, el santuario de la Virgen de Arcos o la espectacular sima de San Pedro, en Oliete, un sitio al que no conviene asomarse a la ligera.
La Ruta del Tambor y Bombo la componen 10 municipios; algunos de ellos como Calanda, Alcañiz o Albalate del Arzobispo ya los hemos visitado. En este preciso instante nos dirigimos hacia otros dos de ellos: Híjar y La Puebla de Híjar. Aprovechamos para visitar la iglesia de Santa María la Mayor de Híjar (no es la primera con este mismo nombre que vemos hoy, ¿no?) y nos acercarnos a comer algo en la Puebla de Híjar, que está tan solo a 10 minutos de la primera. A ver si hay suerte y encontramos un sitio donde nos hagan unas chuletas de cordero.
De camino hacia el mar de Aragón
Después de comer, buscamos la carretera A-224 y abandonamos la provincia de Teruel para encontrarnos de nuevo con el río Ebro. Detenemos la moto a la altura de Escatrón para visitar el monasterio de Rueda. Este espectacular edificio data del siglo XII y cobijó en sus inicios a una comunidad de monjes cistercienses que se asentaron aquí atraídos por la riqueza de recursos provenientes del río. Tras varios siglos de irregular historia, el conjunto fue restaurado a finales del siglo XX y hoy en día es un bien turístico de primer orden que ofrece visitas guiadas por su interior. Nos han dicho que hay un claustro y una torre mudéjar que no podemos perdernos, así que nos apuntamos a la siguiente visita sin pensarlo ni un minuto.
El Ebro es el gran protagonista de la comarca. Prueba de ello es la localidad de Sástago, que se encuentra encajonada en un estrecho meandro de los muchos que describe el río a su paso. Durante parte de los siglos XIX y XX, la producción hidroeléctrica tuvo su figura principal en la empresa Electro Metalúrgica del Ebro. Actualmente sus instalaciones están en desuso, pero sus edificios históricos son todo un reclamo para los amantes del patrimonio industrial y realmente merecen una visita.
Seguimos el curso del río hasta llegar a Caspe, donde se celebró en 1412 el famoso compromiso que terminó por hacer rey de Aragón a Fernando de Antequera tras la muerte de Martín I. En las proximidades se extiende la enorme masa acuática del embalse de Mequinenza, “el mar de Aragón”. Sus 7.540 hectáreas de extensión son un atractivo a nivel europeo para la pesca deportiva de especies como el siluro o la lubina negra. Además, en varios puntos de sus orillas nos encontramos con equipamiento destinado a la práctica de deportes acuáticos. Rodeamos Caspe y nos acercamos a las orillas del embalse para disfrutar de su riqueza faunística y natural mientras vemos cómo el sol comienza a ponerse en el horizonte. La verdad es que ahora mismo no se nos ocurre un lugar mejor para observar al día dejar paso a la noche.
Tras un rato de contemplación, hacemos rugir el motor en hasta llegar a Caspe. Ahora toca relajarse y disfrutar de una buena cena antes de descansar de cara a la etapa de mañana, última de esta RUT.A. Ternasco de Aragón y que nos llevará a una de las zonas desérticas más famosas de la comunidad.
¿Os ha gustado esta ruta? Pues no paséis por alto la espectacular ruta 13: Camino al Matarraña, la Toscana española.